sábado, 11 de septiembre de 2010

Una única realidad

Por Joaquín Branne
Es el final. En una noche para el olvido, en donde nada salió, la Selección Argentina de Básquet cayó con contundencia ante Lituania por 104-85 y se despidió del Campeonato Mundial que se disputa en Turquía.

Ni el más pesimista hubiera imaginado esta despedida. Creer que Argentina caería con tanta superioridad ante una juvenil Lituania es un pensamiento que no se presentaba como posible o al menos, muy difícil de consumarse. Pero en el deporte, como en la vida cotidiana, esos imprevistos suelen exhibirse con habitualidad y en ocasiones en donde uno menos los espera. Para desgracia de Argentina, Estambul fue el destino elegido.

La bella capital turca fue testigo de una de las sorpresas más resonantes del Campeonato Mundial, quizá, de las derrotas más duras que le tocó vivir al combinado nacional de básquet. Es difícil encontrar una explicación sin recaer en la gran actuación de los europeos. Para más de uno, si el partido se jugase diez veces más, el resultado sería en gran porcentaje favorable para la selección nacional. Esta afirmación resulta tan incierta como el futuro de Lituania ante el poderoso Estados Unidos. Negar que son superiores es un pensamiento erróneo y tan injusto como no reconocer que ocho de sus seleccionables no formaron parte de la lista de jugadores que viajó a Turquía.
Lituania es más que el seleccionado argentino y así los demostraron en la cancha.
No queda más que reconocer su victoria y entender que, en muchos casos, el corazón transforma la realidad acorde a los sentimientos y el deseo de cada uno.
 Que los europeos hayan accedido a las semifinales no debe opacar el gran rendimiento del seleccionado argentino a lo largo de la competición. Con coraje y predisposición dejaron en alto el nombre de nuestro país y demostraron, una vez más, ser un ejemplo de entrega, lucha y sacrificio.
No queda más que esperar por la resolución del Mundial. Para Argentina esta claro que no será nada fácil verlo desde afuera.

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